MERIDA

Hace unos meses decidimos, después de mucho divagar entre distintas ciudades para pasar un fin de semana, ir a Mérida. Para mí, la provincia de Badajoz es una gran desconocida, así que era una forma de comenzar a conocerla!

Alquilamos un apartamento por Airbnb cerca de la plaza de Toros de Mérida, ubicación que nos gustó mucho pues no estaba en todo el centro pero si cerquita aunque, bien es cierto, que cerquita está casi todo.

Comentar que, aunque  nosotros no lo utilizamos, existe una página dónde poder contratar freetours, excursiones, etc., con guías oficiales de la zona. La página es http://www.activa.viajes/tienda_categoria/777/tours_merida.

Nosotros empezamos nuestra visita en el teatro y anfiteatro romanos (C/ José Ramón Mélida, s/n) conservados de forma increíble desde la época del emperador Augusto y cuya capacidad era para más de 5.000 personas. Además, es conocido por los distintos espectáculos que, en nuestros días, se realizan en este maravilloso escenario.

Aquí se puede comprar una entrada individual o, que es lo que nosotros hicimos, una entrada conjunta del Conjunto Monumental de Mérida dónde podéis tener acceso a Teatro, Anfiteatro, Alcazaba, Casa del Mitreo, Centro de Interpretación y Cripta de la Basílica de Santa Eulalia, Circo Romano y Área Funeraria de los Columbarios por 15€. Todo, todo, en un fin de semana, no nos dio tiempo a verlo, pero aún así creo que te compensa para ver al menos lo más significativo.

Desde allí nos fuimos derechos a la Alcazaba (Pso. Roma, s/n), que data del año 835, origen árabe y que formaba un enclave único de vigilancia y protección de la ciudad tanto en su época árabe como en la reconquista cristiana. Bajo mi punto de vista, uno de los lugares que más me sorprendieron de Mérida y que más me cautivaron. Totalmente recomendable su visita. Desde la Alcazaba podemos cruzar y admirar el Puente Romano que cruza el río Guadiana, construido en el siglo I a.C. constituyó una pieza fundamental para la fundación de la ciudad.

Al día siguiente, decidimos irnos a la zona del Circo Romano (Avda. Juan Carlos I) dónde, de camino, también encontramos el acueducto de San Lázaro. Este acueducto se construyó para poder salvar las crecidas y el valle del río Albarregas, al norte de la ciudad, y, aunque sólo se conservan tres pilares, comentan que tuvo una longitud aproximada de 1.600 m. Lo demás es mirarlo e imaginar. Respecto al Circo Romano, tenía aforo para más de 30.000 espectadores y fue uno de los mayores circos del mundo romano. Si conocemos el Circo Massimo de Roma este se nos hará «pequeñito» pero cerrar los ojos e imaginad, y con ayuda de todo el material audiovisual del centro podréis contemplar una auténtica carrera de carros a lo largo del circo.

Desde aquí, siguiendo la Avenida de Extremadura, podemos llegar a la Basílica de Santa Eulalia y adentrarnos en su cripta (aún nos sirve la entrada comprada!). En esta cripta fueron enterrados los restos de la mártir Santa Eulalia, y, en sus numerosas transformaciones, fue un templo dedicado al dios Marte. Su cripta es sobrecogedora y viéndola es fácil imaginar y ver la cantidad de épocas transcurridas en la basílica.

Paseando por la calle Sagasta, dónde podremos comer muy bien (a eso llegaré ahora), pasaremos por el Templo de Diana, el cuál se conserva de forma increíble gracias, en parte, a que Don Alonso de Mexía construyó su residencia palaciega sobre los restos del templo. Si continuamos paseando, nos encontramos también con el Arco de Trajano, situado en lo que fue la vía principal de Emerita Augusta (y ahora una de las zonas más concurridas del centro de Mérida, Félix Valverde Lillo) y que comunicaba el Foro Municipal con el Provincial.

Y si hablamos de comida… la realidad es que en España, en general, tenemos mil sitios dónde comer genial y Mérida es un claro ejemplo de nuestra gran gastronomía. Se come bien y a buen precio en casi cualquier sitio, aunque yo os comentaré aquí aquéllos que conocí y lo que más me gustó de los mismos.

Un buen desayuno de tosta de pan con aceite en el Ay, Carmela (Benito Toresano, 10), lugar peculiar por sus reservados con forma de vasijas de vino y dónde tenían tostas de desayuno grandecitas y muy ricas por un precio moderado. En la calle sagasta existen mil sitios para comer y todos ellos maravillosos, pero yo os recomiendo especialmente el Sagasta 9, cuya especialidad es el bacalao con huevo pero en el cual comimos una carrillera tierna e increíblemente buena. Suele estar lleno, por lo que es arriesgar o intentar reservar antes de ir… aunque a veces es mejor arriesgar.

Después de comer, que mejor que comernos un buen trozo de tarta de zanahoria o algún té o infusión, o un cocktail, ¿porqué no? Pues para ello yo os recomiendo el Sangri-là  (Sagasta, 21), restaurante vegetariano con buenos zumos, infusiones y tartas.

Entre la calle Sagasta y la calle San Francisco hay mil bares de tapeo, de esta zona os puedo hablar del Volterra (San Francisco, 10), con unas tapas riquísimas, en especial (porque la pedí y me encantó) la de Solomillo al brie, pero en general creo que no comimos una tapa mala. Totalmente recomendable.

Como conocía a gente que había vivido en Mérida, tuve el privilegio de que me recomendaran más sitios, aunque no tuvimos más tiempo para ir. Uno de ellos es La Milanesa (avda. Libertad, 51), algo alejado del centro, su especialidad son los arroces. El otro es El Chamorro (C/ Juan Antonio de Verá Figueroa y Zúñiga, 6) en el que la carne, en general, creo que es espectacular.

Para después de cenar, fiesta y copas en Mérida hay bastante. Nosotros en particular estuvimos en un par de sitios. Uno de ellos estaba curioso, y la decoración me gustó, aunque creo que superábamos todos la media de edad del local… se llama Groucho y está al lado del arco de Trajano. Cerquita también está el Maruja Limón, del mismo estilo. Y en la misma Plaza de España estaba el Saciro, mas pequeñito pero un sitio agradable para pasar el rato y tomarse una copa.

De todos modos, en esa zona de la Plaza de España veréis que hay mil sitios y para todos los gustos, así que ya sólo es llegar y elegir.

Se que hay lugares a los que no llegamos, y que hay mil restaurantes/bares más dignos de mencionar… ¡Habrá que volver! Mientras me quedo con la sensación de haber descubierto una ciudad que me maravilló y me encantó y que, sin duda, recomiendo su visita.

 

 

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